TERCER DÍA: JESUCRISTO RESUCITADO, SEÑOR DE NUESTRAS VIDAS.

LECTOR: Alabado sea Jesucristo, que se entregó por nosotros.
TODOS: POR TU SANTA CRUZ Y TU SAGRADA RESURRECCIÓN NOS HAS SALVADO, SEÑOR.

L: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó por encima de todo y le concedió el «Nombre sobre todo nombre», de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre!

MEDITAMOS EN SILENCIO

L: Nuestras vidas son ricas y valiosas si salimos de nosotros mismos y te dejamos entrar en ellas.
T: SEÑOR RESUCITADO, QUEREMOS QUE HABITES EN NUESTRO CORAZÓN.

L: Nuestras vidas son fértiles cuando acogemos con coherencia tu Palabra de salvación.
T: SEÑOR RESUCITADO, QUEREMOS SER TIERRA NUEVA QUE DÉ FRUTOS DIGNOS DE TU REINO.

L: Nuestras vidas merecen la pena cuando atendemos a los que sufren a nuestro lado.
T: SEÑOR RESUCITADO, QUEREMOS SER SENSIBLES A LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS.

L: Nuestras vidas se llenan de sentido cuando, después de escucharte, nos apresuramos a cambiar nuestra forma de ser y a seguir tus criterios.
T: SEÑOR RESUCITADO, QUEREMOS SINCERIDAD Y VALENTÍA PARA SEGUIRTE.

L: Nuestras vidas son plenas cuando actuamos conscientes de que Tú has muerto y has resucitado por nosotros.
T: SEÑOR RESUCITADO, QUEREMOS QUE SEAS EL SEÑOR DE NUESTRAS VIDAS.

L: Jesús, Buen Pastor, mira a esta tu Hermandad, reunida a tus pies.
Reconocemos ante Ti que para ser tus discípulos no bastan las palabras y deseos,
sino que tomarte como Señor exige cumplir tu voluntad.
Por eso te suplicamos, desde lo más profundo de nuestro ser,
que derrames tu gracia con la generosidad que acostumbras,
para que, amando, podamos volvernos hacia Ti
y reconocerte como Dios verdadero y Señor de nuestras vidas.

T: PADRE NUESTRO…

L: Bendigamos al Señor.
T: ALABADO SEAS, SEÑOR DE LA RESURRECCIÓN, POR DAR SENTIDO A NUESTRAS VIDAS.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO (Mt. 5, 17-19)

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Palabra de Dios