PRIMER DÍA: JESUCRISTO RESUCITADO, SEÑOR DE LA CONVERSIÓN

LECTOR: Alabado sea Jesucristo, que se entregó por nosotros.
TODOS: POR TU SANTA CRUZ Y TU SAGRADA RESURRECCIÓN NOS HAS SALVADO, SEÑOR.

L: La Cuaresma es una gran oportunidad de conversión que la Iglesia ofrece para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es un tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar algo de nosotros a fin de ser mejores y parecernos cada día más a Cristo. La Pascua de Jesús –es decir, su Muerte y su Resurrección– señala el camino de conversión que todo cristiano ha de recorrer: tomar la Cruz en pos de Jesús, morir con Él al “hombre viejo” –o sea, al pecado– y vivir junto a Cristo Resucitado como “hombre nuevo” y libre.

MEDITAMOS EN SILENCIO

L: Perdón, Señor, porque nos alejamos de tus caminos, porque nuestra alma no es limpia, porque no amamos a los demás como Tú nos amas a nosotros.
T: QUE TU SAGRADA RESURRECCIÓN LAVE DEL TODO NUESTRO PECADO.

L: Perdón, Señor, porque no sabemos perdonar de corazón a los que nos ofenden o humillan.
T: QUE TU SAGRADA RESURRECCIÓN COLME DE BONDAD NUESTRO CORAZÓN.

L: Perdón, Señor por gastar nuestra vida en cosas inútiles, por dejarnos llevar por la maldad, por olvidarnos de Ti.
T: QUE TU SAGRADA RESURRECCIÓN NOS ABRA A UNA VIDA NUEVA.

L: Perdón, Señor, por nuestra mediocridad, por nuestra falta de caridad y solidaridad.
T: QUE TU SAGRADA RESURRECCIÓN NOS MUESTRE EL CAMINO DEL AMOR.

L: Señor, Tú que eres pobre y humilde, servicial y solidario, generoso y tierno: concédenos un corazón grande para amar a todos.
T: QUE TU SAGRADA RESURRECCIÓN NOS MUEVA A LA CONVERSIÓN.

L: Quiero cambiar, Señor Resucitado.
Quiero abandonar los senderos oscuros y estériles,
y avanzar por la vía de tu Amor.
Sólo Tú, Maestro bueno, eres Luz para alumbrar mis pasos.
Sólo Tú, Señor compasivo, eres capaz de darme fuerzas
para salir victorioso de la tentación de cada jornada,
y para transformar, con la fuerza de tu Cruz y tu Resurrección,
mi corazón de piedra y hielo en un corazón de misericordia y calor.
Ayúdame a convertirme, Señor Resucitado.

T: PADRE NUESTRO…

L: Bendigamos al Señor.
T: ALABADO SEAS, SEÑOR DE LA RESURRECCIÓN, POR MOSTRARNOS EL CAMINO DE LA CONVERSIÓN.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO (Lc. 4, 24-30)

Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naámán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra de Dios.