Hoy 14 de septiembre, coincidiendo con la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, tendrá lugar la donación por parte de un hermano (que ha preferido mantener su anonimato), y su simultáneo estreno, de una cruz alzada para los cultos. En la nueva pieza han intervenido varios artesanos como José Manuel Bernet Cabeza (orfebrería), Carles Salafranca Porcar (restauración) y Jesús Arco De la Rosa (imaginería).

Con orfebrería diseñada y ejecutada por Orfebrería Bernet, la cruz se compone de asta repujada en metal plateado con acabado de plata vieja que reproduce, según boceto de José Ramón Paleteiro Bellerín, un patrón de dos módulos diseñados a partir de elementos decorativos de la capilla superior, con nudetes formados por coronas simétricas de hojas de acanto. Sobre esta vara asienta una capilla o templete de planta cuadrada con ingletes en los ángulos, conectada al asta mediante taza, gollete y toro, con variada decoración, incluidos engastes de cristales tallados morados que sostienen la cubierta cuatro apoyos de perfil mixtilíneo en forma de volutas con roleos y ristras de perlas, en metal fundido.

SIMBOLOGÍA

Esta nueva pieza sigue en su concepción las líneas iconográficas del paso de la Sagrada Resurrección, en el sentido de comunicar “que los beneficios de la Salvación se nos otorgan por la Muerte y por la Resurrección de Nuestro Señor, ligando visualmente y de forma inseparable ambos aspectos del Misterio Pascual”.

El templete, por indicación del donante, alberga la efigie de un ave fénix resurgiendo de las llamas, en metal fundido, dorado y policromado, modelado por Jesús Arcos de la Rosa, e inspirado en una xilografía de las Crónicas de Núremberg, de 1493. El fénix es un ser mitológico de origen egipcio (asociado al sol y a las crecidas del Nilo), imperecedero en cuanto que cíclicamente muere y renace; es adoptado por los cristianos desde el siglo I para representar la Resurrección de Jesucristo, quien, como aquella criatura, resurge desde la muerte con una vida que nunca se extingue.

Sobre cada esquina del techo de la capilla figura un flamero – en referencia al fuego de la Vigilia Pascual, trasunto del Señor en su Resurrección –, y funciona a manera de cubierta de la misma un monte Calvario repujado, en el que brotan diminutas azucenas, en alusión al renacimiento de la vida después de la muerte.

CRUCIFIJO

La efigie de Cristo Crucificado se puede fechar entre el siglo XVI y el XVII. Tallado en madera en un conjunto que incluye un monte calvario rocoso, su estado original era muy deficiente, con grandes zonas faltantes, levantamientos y un gran estrato de suciedad y oscurecimiento que cubría la policromía (especialmente en la parte frontal debido a sucesivas aplicaciones de capas de barniz).

Para su restauración, Nº. Hº. D. Carles Salafranca Porcar ha realizado un tratamiento de conservación y restauración con finalidad de estabilizar y reforzar el estado de la pieza y reconstruir los volúmenes perdidos. Se han consolidado los estratos lígneos y de policromía y repuesto los distintos faltantes utilizando resina epoxídica para madera. Tras una limpieza físico-química que ha eliminado los gruesos estratos de barniz amarillento y oxidado y la suciedad adherida, se reveló una policromía rica en matices y detalles. Posteriormente se han reintegrado los faltantes con estuco y cromáticamente, utilizando colores al agua de base y posteriores veladuras de colores al barniz.

La imagen fue adquirida en anticuario, y originalmente servía para altar o sobremesa. Se ha decidido seguir manteniendo esta operatividad, por lo que puede desmontarse para incorporarlo a su base primitiva en forma de monte Calvario, también de madera policromada. Porta atributos (nimbo, corona de espinas y tres clavos) de plata de ley.